El jueves 8 de junio, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) actualizó sus directrices para empresas multinacionales en materia de conducta empresarial responsable. Desde su introducción en 1976, estas directrices han sido actualizadas periódicamente para garantizar su relevancia en un mundo en rápida evolución y repleto de desafíos medioambientales y sociales. Las directrices, que actúan como piedra angular en la promoción de prácticas éticas y conductas responsables entre las empresas multinacionales, las ayudan a proteger sus propios intereses y contribuyen al desarrollo sostenible, a la protección de los derechos humanos y a mejorar el impacto social y medioambiental.
Desde la última actualización en 2011, son muchos los cambios sociales y medioambientales que las empresas han tenido que afrontar. La reciente introducción de leyes sobre diligencia debida en materia medioambiental y de derechos humanos, como la Lieferkettengesetz y Apenhetsloven, hace aún más importante la última actualización para ayudar a las empresas a actuar con responsabilidad.
Las directrices contemplan actualizaciones esenciales en materia de diligencia debida, una mejor protección de las personas y los grupos de riesgo y el cumplimiento de los objetivos acordados sobre cambio climático y biodiversidad, así como recomendaciones sobre el modo en que se espera que las empresas apliquen la diligencia debida en sus productos y servicios. Gran parte de ello está específicamente recogido en la legislación emergente sobre diligencia debida que está empezando a aplicarse en países de todo el mundo.
Algunas de las novedades más importantes son las siguientes:
- Recomendaciones para que las empresas cumplan los objetivos acordados internacionalmente en materia de cambio climático y biodiversidad.
- Inclusión de las expectativas de diligencia debida en el desarrollo, la financiación, la venta, la concesión de licencias, el comercio y el uso de tecnología, incluidas la recopilación y la utilización de datos.
- Recomendaciones sobre el modo en que se espera que las empresas apliquen la diligencia debida en lo referente al impacto y las relaciones comerciales relacionados con el uso de sus productos y servicios.
- Mejor protección de las personas y los grupos de riesgo, especialmente con respecto a la conducta de las empresas.
- Nuevas recomendaciones sobre la divulgación de información de conductas empresariales responsables.
- Recomendaciones ampliadas sobre diligencia debida en todas las formas de corrupción.
- Recomendaciones para que las empresas se aseguren de que sus actividades de presión respeten las directrices.
- Procedimientos reforzados para asegurar la visibilidad, la efectividad y la equivalencia funcional de los puntos nacionales de contacto para una conducta empresarial responsable.
Nos complace ver que la actualización contempla muchas de las dificultades que nos encontramos en nuestro trabajo a la hora de ayudar a nuestros clientes a mejorar las condiciones en las cadenas de suministro de todo el mundo, así como a respaldar el cumplimiento normativo en materia de ESG y de unos objetivos de sostenibilidad más ambiciosos.
Una guía progresiva como esta aporta transparencia sobre la conducta que se espera de las empresas y un marco claro de apoyo al trabajo realizado, cosa aún muy necesaria para lograr un impacto positivo en las personas y en el planeta.
