La minería será esencial para que la transición energética tenga lugar de forma satisfactoria. Esto puede parecer extraño porque se sabe que el sector es responsable de una gran proporción de las emisiones de carbono totales de la industria pesada: aproximadamente 4,5 gigatoneladas según cifras recientes. Pero es verdad.
Lo que importa no es tanto la cantidad de actividad minera que se lleva a cabo —aunque eso tenga que cambiar para lograr el cero neto—, sino más bien lo que ofrece. La mayoría de los expertos coinciden en que una economía sostenible dependerá de metales esenciales, como el litio, cobalto, níquel y manganeso, para desarrollar tecnologías de almacenamiento de energías más limpias que permitan a la sociedad dejar de usar combustibles fósiles. Estos elementos se encuentran únicamente en la corteza terrestre.
El litio, un metal imprescindible para el almacenamiento de energía en baterías
El litio es especialmente útil para las baterías que utilizan los vehículos eléctricos. Los viajes por carretera son un ámbito en el que se puede lograr una reducción de las emisiones casi de inmediato, sobre todo si se compara con otros sectores donde el recorte de emisiones es complicado, como la minería, aunque en los últimos años haya crecido el escepticismo sobre los verdaderos beneficios de la electrificación. Esto se debe a que la energía almacenada sigue proviniendo directamente de una red que, en gran medida, está alimentada por carbón y gas natural, pese al uso considerable de las renovables desde 2010.
Sin embargo, estas preocupaciones se han abordado ahora a través de un estudio conjunto de las universidades de Exeter, Nijmegen y Cambridge. La investigación concluyó que, para el 95 % del mundo, es mucho mejor conducir un vehículo eléctrico que uno con motor de combustión, y las pocas excepciones se encuentran en países como Polonia, donde la cesta energética sigue dependiendo en gran parte del carbón.
Está claro que las baterías serán un aspecto crucial de cualquier estrategia creíble de cero neto, ya sea instaladas en vehículos eléctricos o en sistemas de almacenamiento de energía de grandes dimensiones. No obstante, en el horizonte se presentan retos importantes para la cadena de suministro. Por ejemplo, los conocimientos plasmados en nuestro último informe, Índice de capacidad de adaptación de la cadena de suministro, pronostican una enorme carencia de muchos metales importantes extraídos de minas.
Se prevé que el suministro de litio aumente hasta las 636 000 toneladas de carbonato de litio equivalente en 2022, lo que supone un incremento con respecto a la estimación de 497 000 toneladas del año pasado, aunque la demanda eclipsará esa previsión ya que aumentará hasta las 641 000 toneladas, por encima de la previsión de 504 000 toneladas. De aquí a 2030, se espera que el exceso de la demanda de litio alcance una cifra entre el medio millón y 1,5 millones de toneladas métricas al año.
¿Hay obstáculos para las baterías?
Si no se amplía enormemente la producción, este problema está abocado a cernirse mucho sobre la viabilidad y el éxito de los objetivos climáticos definidos en 2015 en el Acuerdo de París. La demanda seguirá superando a la oferta, algo que pondrá trabas a los sectores que más necesitan la tecnología de las baterías. Los fabricantes de vehículos eléctricos y de sistemas de almacenamiento de energía competirán por las mismas fuentes de litio, lo que asfixiará la tan necesaria introducción de ambos productos.
Australia concentró la inmensa mayoría de la producción de litio en 2021: 55 000 toneladas. China y Chile también contribuyeron significativamente al suministro mundial, aunque este último es quien tiene la llave para ampliar la producción. Chile cuenta con una reserva de unos ocho millones de toneladas, casi tres veces las de China y Australia juntas. El problema es que la plena puesta en marcha de las minas lleva unos años, por no mencionar lo costoso que es y la habitual oposición de los residentes locales y las ONG.
A tenor del valor que aporta Chile al éxito de la transición energética, es lógico hacer un férreo seguimiento de su política regional. En marzo de este año, la asamblea constituyente del país aprobó una propuesta en fase inicial de nacionalizar sus enormes reservas de cobre, oro y litio. Una vez que la propuesta se examine en la asamblea, se tomará una decisión a través de un referéndum nacional hacia finales de 2022 como parte de una nueva redacción de la carta magna del país. El resultado de esta votación influirá enormemente sobre la forma de suministrar los metales importantes y comerciar con ellos; las empresas y las partes interesadas deberían mantenerse al tanto de los cambios venideros. También tendrá una gran repercusión sobre la transición energética en su conjunto.
Esta situación únicamente sirve para poner de relieve la importancia de la gestión de la cadena de suministro, en particular para quienes dependen del acceso al litio. La volatilidad y la competencia en el mercado de las materias primas tienen visos de continuar, lo cual dejará a muchas empresas en una posición potencialmente insostenible de precios elevados y acceso insuficiente. Esa escasez de artículos esenciales va a seguir afectando a las fases finales de las cadenas de suministro en 2022 y contribuye a que la capacidad de adaptación de la cadena de suministro haya alcanzado una puntuación de 44,9, menos de cinco puntos por encima del umbral de «alto riesgo», fijado en el 40 %. Las consultas a los expertos serán fundamentales para mitigar este riesgo y compensar lo peor de la turbulencia provocada por las enormes discrepancias entre la oferta y la demanda.
Si tu empresa está tratando de abrirse paso por la transición hacia las energías sostenibles y gestionar esta dependencia de materias primas como el litio, contacta con nosotros para hablar con nuestro equipo de expertos.